Capítulo 43.
—Podría reconocer tu aroma en cualquier lugar —dijo con una sonrisa.
Le repugnó ver como la comisura de sus labios se levantaban, pero más le repugnó ver como la persona que más daño le causó a su vida se daba el tupé de dirigirle la palabra.
No respondió a su comentario. Trató de recomponerse como pudo, pero fracasó, su cuerpo estaba demasiado débil y, a la vez, muy alerta.
—¿Qué haces por aquí?
Quiso reír, sonaba tan tranquilo, como si se hubiese encontrado a un viejo amigo y no a quien le hizo la vida tan imposible que le dejó traumas de por vida. Hablaba con una paz tan escalofriante, como si no lo hubiera dejado en la calle con un hijo, como si no le hubiese dicho frases tan hirientes, como si no le hubiese levantado la mano jamás.
El silencio inundaba aquel baño, Jimin no iba a hablar, no porque no quisiera, la verdad es que su voz no lograba emitirse.
—¿No me hablarás?
Respiró hondo, lo miró fijo a través del espejo, su mirada era fría y sin alguna emoción por haberlo cruzado.
—¿Qué quieres?
Su voz salió firme, algo baja, pero había juntado el valor suficiente para hablarle de tal forma.
—Nada en especial... yo, bueno, no recibía noticias desde hace tiempo y me enteré que has venido a Seúl.
Los buscó, ese jodido hijo de puta se dignó a buscarlos y tratar de reparar algo que él rompió.
Lo trató como a un juguete, estaba tan emocionado cuando lo obtuvo, la gente tenía que ver como lo trataba, como si fuese el maldito príncipe de Corea, sus ojos fingían un brillo tan real que se lo creía, sus besos tenían una chispa que confundió con amor, aquellas nulas palabras bonitas eran la perfección. El omega necesitaba que la gente viera como era al principio para que entendieran porqué se enamoró. Las personas también se enamorarían si pudieran verlo, ¿verdad?
Pero, como el ciclo de cualquier juguete, lo rompió. Rompió lo más real que tuvo en su puta vida, lo usó, jugó tanto que desgastó su pecho por tanto golpearlo contra el suelo, lo trató tan bruscamente que el tórax de su supuesto juguete favorito se abrió y su corazón se escapó, rompiéndose en mil pedazos al estrellar contra el duro cemento.
Jimin fue su juguete favorito por un tiempo, pero luego se rompió y lo desechó, haciendo que quedara a la deriva. Él se repitió por tanto tiempo: "La gente tiene que ver como era al principio" para que trataran de entender porqué lo amó a pesar de todo.
—¿Nos buscaste? —preguntó con un hilo de voz.
—Tengo contactos, traté de encontrarlos, pero cuando llegué ya no supe nada.
—¿Nos buscaste? —volvió a preguntar, no había un sólo motivo para que lo hiciera.
Tuvo tanto tiempo para tratarlo de manera sensata, tuvo tantas oportunidades que tiró a la basura, tuvo tanto amor de su parte que desperdició. Una vez que estaba medianamente estable, medianamente feliz, medianamente con vida regresó a él como pirata volviendo al mismo lugar donde juró ver una sirena.
Tuvo que arreglarse para que volviera, tuvo que rehacer su vida para que tratara de hacer un intento por recuperarlo.
Jimin se dio vuelta, dándole la espalda al pedazo de vidrio y mirándolo directamente a la cara, un escalofrío le recorrió el cuerpo. Ese rostro que se mostraba dulce le había gritado tantas veces, esos ojos cálidos lo habían mirado con tanta frialdad y desprecio teniendo que recordar que realmente vivió eso, que no fue un sueño. Jihoon acortó la distancia, se acercó tanto que sus rostros se encontraban a centímetros.
—Minnie, sé que me extrañas —afirmó.
Su cuerpo quedó inmóvil y él notó eso, amaba el poder que tenía hacia ese omega.
Quería correr, estaba demasiado cerca, aquel aroma que tanto detestaba le despertaba tantas ganas de llorar que no podía contenerlo. Su cuerpo temblaba de miedo, su voz no salía, sus gritos de auxilio quedaban en su mente. El alfa acortó la distancia y lo besó con tanto deseo que hizo que la impotencia inundara el cuerpo de Jimin. Era brusco, buscaba más que un simple roce.
—Omega, sabes que serás mío siempre. Perdóname —volvió a besarlo—, vuelve —mordió su labio inferior—. Te amo.
Las arcadas estaban en su garganta, la bilis batallaba con salir de su cuerpo. No eran los besos cálidos de Jungkook, no era el tacto delicado del rizado, no era su aroma sincronizado con el suyo, no era el sabor de su boca. Jungkook, Jungkook, Jungkook.
Pudo juntar las fuerzas necesarias para empujarlo.
—¿Qué haces? —rió—. No te hagas el difícil, Jimin, sabes que quieres esto.
—No quiero.
Jihoon hizo caso omiso a su pedido, volvió a acercarse, volvió a besarlo y Jimin volvió a empujarlo.
—Por favor, no quiero.
—Jimin —pronunció serio.
Esa voz. Aquel era su fin, iba a hacer lo que quisiese, no podría pararlo, no tenía las fuerzas para hacerlo. Sus labios estaban en su cuello y las lágrimas caían sin parar.
Ya no podía soportar como succionaba su piel, iba a dejar marcas que no querría recordar.
La puerta se abrió y vio a la recepcionista entrar.
—¡¿Qué haces?! —gritó con sorpresa y desesperación.
Separó al alfa de un asustado Jimin, Jihoon se limpió los labios y la última mirada que le dio al omega fue fría, él la leyó al instante: estaba enojado.
—¿Estás bien? —quiso darle una caricia reconfortante, pero se exaltó al mínimo tacto—. Lo siento. ¿Conoces a ese tipo? —Jimin asintió.
✧✦✧
—Jungkook, ¿dónde estás? Jimin está conmigo, ven rápido, por favor...
Escuchaba la voz de Daira a lo lejos, pero no podía reaccionar, su mente viajaba por su pasado ignorando su presente.
—Jim, iré a preparar café. ¿Quieres uno? —Jimin ni siquiera escuchó lo que ella dijo y Daira entendió que debía estar sólo.
Todo en su vida se alteró, Jungkook lo abandonaba y Jihoon volvía, quería largar una risa amarga, pero ni siquiera tenía fuerza para respirar correctamente. Odiaba como lo trataba la vida, parecía que hubiese cometido el peor de los crímenes y que el karma se lo estaba devolviendo, pero el único crimen que cometió fue meterse con el idiota de su ex pareja, si es que se le puede llamar así.
✧✦✧
El celular de Jungkook vibró.
—No seas idiota, tienen que irse.
—No te dejaremos sola otra vez.
Escuchaba como discutía su hermana con su mejor amigo, sacó su celular del bolsillo y vio que era un mensaje de voz de Daira, una parte muy importante de él sabe que es por trabajo, pero siente algo en su pecho que lo hace dudar.
—¿Quieres que te maten? ¿O acaso eres masoquista?
—Tengo que atender algo, ya vengo —anunció.
—¿Pasó algo? —pregunta su hermana.
—Espero que no.
Daira:
Mensaje de voz: Jungkook, ¿dónde estás?...
La voz de Daira dejó de emitirse, Jungkook se extrañó y frunció el ceño, retiró el celular de su oreja y vio como se apagaba. La voz de Daira sonaba extraña, no entendía el porqué, pero decidió no darle importancia, ya que seguramente era por trabajo. Luego contestaría. Aunque algo de dolor en su pecho se hizo presente, pero le hizo caso omiso.
—¿Quién era? —preguntó Seokjin.
—Daira, no llegué a escuchar el audio por completo, se me apagó el celular. ¿Chaehyun tienes algún cargador? —su hermana negó.
—Desde que me trajeron aquí estoy incomunicada, lo siento.
Jungkook suspiró, se resignó y decidió que no era importante.
Sólo es por trabajo.
Pero la sensación en su pecho no se fue en ningún momento.
✧✦✧
—¿Estás mejor? —preguntó mientras le daba un vaso de agua, Jimin asintió y aceptó el vaso—. No estoy muy convencida, te ves muy mal.
Quiso reír por lo obvio, pero sería grosero, ella quería ayudar.
Se sentía fatal, su cuerpo dolía como si hubiese pasado toda la tarde en el gimnasio, las marcas en su cuello eran notorias, el aroma de aquel alfa estaba impregnado en él. Su rostro estaba pálido e inexpresivo, sus ojos carecían del brillo que poco a poco pudo recuperar, la voz no le salía. Necesitaba a Jungkook, necesitaba a su bebé, anhelaba estar en su hogar.
—Quiero ir a casa —dijo en voz baja, era el único tono que le salía.
—Claro. ¿Quieres que te lleve? El auto no está muy lejos de aquí, tú sólo...
—Puedo ir solo, pero gracias —contestó rápido, no quería compartir espacio con alguien más.
—¿Estás seguro? No es molestia para mí, en serio.
—Estoy seguro.
No dijo más nada y Daira no insistió de nuevo. Marcó varias veces a Jungkook, pero le daba el buzón de voz, estaba desesperada por encontrar al mayor, pero no sabía como buscarlo. Jimin terminó su vaso de agua, le regaló una media sonrisa a la chica en forma de despedida y, con miedo, fue rumbo a su hogar.
Le rezó a cada divinidad que conocía, pedía por favor que no se encuentre a Jihoon nuevamente porque no aguantaría otro encuentro. Por suerte, salió de aquel edificio con éxito, el viento lo abrazó al abrir la puerta, pero poco le importó. Caminó hasta la estación de tren, esperó el que le correspondía y volvió a la conocida parada. Ya no le importó los olores ni la cercanía de otros alfas, su mente viajaba por lugares profundos, haciéndole olvidar de todo.
Jungkook se había ido, era una realidad. ¿Qué sería de su corazón? ¿Qué sería de su omega? ¿Qué sería de su bebé? ¿Qué sería de él?
Suspiró al bajar de aquel transporte, muchos chocaron contra su hombro y veía con el ceño fruncido a cada persona que creía que por correr y ser grosera llegaría a tiempo a su destino. Caminó por la plaza y admiró la noche, las estrellas estaban relucientes como todas las noches que se la pasó admirándolas.
Y ahí se encontraba de nuevo, rogando que su profecía cambie para siempre, implorando que lo elijan por una vez.
Por favor, que Jungkook regrese, lo necesitamos. Lo necesito.
Su cachorro había encontrado al padre que siempre buscó, ¿cómo alguien podía ser capaz de abandonarlo? ¿Cómo alguien podía ser capaz de romper su pequeño corazón?
Que no se vaya. Que vuelva. Por favor.
¿Cómo le explicaría a un alma inocente que no volvería a ver a ese que llamó "papá" ?
Encontró el banco donde todo comenzó, aquel donde su alma conectó con la de su alfa por primera vez. Se sentó. Respiró profundamente y las lágrimas volvieron, sentía su cuerpo pesado, se sentía vacío, como si le faltara una parte. Y, aunque suene tonto, le faltaba una. Aquella era alta, bondadosa, con ojos verdes y cabello rizado. Le faltaba la sonrisa más brillante y los brazos a los que comenzó a llamar hogar.
Le faltaba su alfa, le faltaba su felicidad. ¿Cómo seguirá adelante cuándo alguien que le mostró el lado dorado del amor decidió marcharse? No tiene sentido. Nada en su vida lo tiene.
✧✦✧
La angustia del alfa creció, su pecho se oprimía sin razón, su corazón palpitaba con desesperación sin motivo alguno y eso lo estaba volviendo loco. ¿Era un ataque de pánico? No lo sabía, nunca vivió algo parecido.
—¿Jungkook? ¿Estás bien?
—No lo sé —dice con el poco aire regular que le quedaba.
—¿Quieres agua? —ofrece Seokjin. El rizado asiente vagamente, no podía dejar de sentir aquella presión.
—Por allí hay vasos —indicó su hermana, haciendo un movimiento con la cabeza.
Su amigo los encontró, abrió el grifo y sirvió un poco para luego dárselo. Jungkook tomó el líquido con dificultad, sus manos comenzaron a temblar.
—¿Esto ha ocurrido antes? —preguntó su hermana con delicadeza, como si aquel tono pudiera calmarlo, cosa que fue en vano.
El alfa negó.
Chaehyun pensaba en muchas cosas, pero ninguna parecía tener sentido. No era emoción por verla, llegó hace bastante tiempo al lugar y su reacción emotiva había pasado a segundo plano. No era temor a enfrentarse a su esposo, era imposible pensar en aquello cuando se mostró firme al hablar de una posible confrontación. No eran las opciones que tenía en la cabeza y no tenía idea de que podría ser.
No encontraba ninguna posibilidad hasta que algo en su mente hizo click.
—Jungkook —pronunció. El nombrado la miró a los ojos—. ¿Marcaste a tu omega?
Jungkook tenía una mano en el pecho, acción innata hacia el dolor que sentía, en su frente descansaban pequeños mechones rebeldes que fueron pegados con el adhesivo de su transpiración, no entendía la pregunta, se encontraba aturdido. Sentía angustia, desesperación, tristeza, quebranto, eran tantas emociones y sensaciones juntas que se encontraba abrumado. Negó como pudo.
Si no estaba marcado, ¿qué se suponía que era? Era la única posibilidad o eso creía. Otro click se aproximó.
—Son destinados —afirmó—. Tú y Jimin son destinados, Jungkook.
¿Qué? No, no era cierto, Jungkook no podía creerlo. ¿Destinados? ¿Acaso eso no era una cruel mentira de las madres? Estaba seguro que su hermana estaba jugando con él, eso sólo pasaba en los cuentos, en las viejas historias que contaban las abuelas. No era verdad. Él podría sentir lo que siente Jimin si lo marca, no antes, no era cierto.
Era una broma, ¿verdad?
—Eso no... no existe —dijo sin aire. Su hermana lo miró seria.
—Eso existe, hermano, lo sabes bien.
—En los cuentos si... en la vida real no.
—La falta de oxígeno te afecta las neuronas —el alfa rodó los ojos.
—Nadie de nuestra familia —respiró hondo, tratando de regular su respiración—, encontró a su destinado. Nadie de nuestro entorno, en realidad.
—Que las personas que conozcas no lo hayan encontrado no lo hace menos verídico.
—No puede ser verdad.
—Eres terco, hombre. Sólo te voy a decir que mientras tú estás aquí discutiendo si te quedas o te vas, tu omega la está pasando muy mal. ¿Quieres eso? —retruquea.
Él no cree en los destinados, se dijo toda su vida que era una estupidez, que era todo ficción. Pero ahora, con todos esos sentimientos que surgieron de la nada, con ese mensaje de Daira y su voz extraña, con esa afirmación de su hermana, su creencia se vio afectada.
¿Jimin realmente era su destinado? ¿Por qué su omega se sentía tan mal? O peor aún. ¿Por qué Daira llamaría si se trataba de Jimin?
Una angustia muy grande creció en él, ya no era un sentimiento ajeno, era el propio. Tenía que volver con su omega, algo no estaba bien y no podía confirmarlo, pero su alfa le decía que nada estaba bien.
—Tengo que volver, Chae.
—Tienes que volver, Jungkook. Yo estaré aquí por mucho tiempo, no me moveré, tu omega es más importante —le dice con una leve sonrisa.
—Volveré, lo prometo.
—Sé que lo harás.
Chaehyun lo abraza y Seokjin está en un rincón viendo la escena.
—No vas a manejar en este estado, te llevaré.
—Mi auto está aquí, si lo dejo lo descubrirá —dice haciendo referencia al secuestrador.
—Estamos en un puto descampado, Jungkook. Puedo matar a alguien y enterrarlo aquí, nadie se daría cuenta.
—No va a encontrarlo, estoy segura que no volverá por un tiempo.
—Volveremos y volverás con nosotros.
Su amigo la miró y Jungkook admiró la escena, su mirada era cálida, le estaba haciendo una promesa y le estaba afirmando que la sacaría de ese espantoso lugar. El alfa conectó los puntos, analizó con detalle el tono dulce en su voz. Todo encajaba.
—No estoy segura de volver. Esto se convirtió en mi mundo, Jin.
—Te prometo que hay un mundo mejor afuera, esta no es tu vida, Chae, ellos te la impusieron.
Sus miradas hablaron. Se dijeron cosas que Jeon no pudo descifrar, pero pudo divisar la inseguridad de ambos, pudo observar los ojos tristes de su hermana y la necesidad en la mirada profunda de su mejor amigo. Él la necesitaba.
—Tenemos que volver, Seokjin —el nombrado dirigió su vista al dueño de la voz con dificultad, quería quedarse en ese lugar y obtener la venganza necesaria. Pero era su amigo, su hermano, su vida entera, tenían que ir por su omega. No deseaba dejar a aquella bella mujer a la merced de aquel hijo de puta otra vez, pero la culpa lo comería vivo si a ese alfa le pasaba algo en el camino.
—Voy a encender el auto.
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